Y bueno, se acabó el 2020, desgraciado. Aquí uno podría tirar el rollo sobre los efectos la pandemia, el encierro y sus consecuencias en la forma en la que nos vinculamos con el mundo. Sobran demasiadas palabras. Para la literatura, sobre todo los discursos literarios que sobreviven desde trincheras independientes, fue un año terrible. Y aún así aparecieron libros. Muchos reflexionando acerca de lo que ocurría. Otros, ofreciendo algo de vieja normalidad a la nueva. Así pues, el Zapallo les comparte sus lecturas favoritas del 2020, en orden alfabético. Naturalmente faltaron algunas propuestas. No se puede leer todo lo que de pronto aparece en las librerías. En fin:
- Ää: manifiestos sobre la diversidad lingüística, Yásnaya Elena Aguilar (Almadía, 2020: ensayo-antología)
Ää… es una buena antología que expone la agudez crítica del pensamiento de Yásnaya Aguilar. Es una invitación al debate sobre lo político en la lingüística y cómo inciden ante todo dinámicas, racistas, capitalistas y coloniales para aislar y segregar a los nativos del país gracias a un discurso identitario difundido por el Estado: “Mis reflexiones se han orientado más hacia la urgencia de crear espacios de resistencia lingüística”. Asimismo, me gusta mucho cómo la ensayista cuestiona las nociones cerradas de las instituciones que se encargan de unificar la lengua, así como la fragilidad de los nacionalismos, agregando a la discusión un asunto político, como la defensa del territorio y la difusión de las lenguas nativas de México: las lenguas no desaparecen, a las lenguas las matan.

- Axiom’s End, Lindsay Ellis (St. Martin’s Press, 2020: novela)
Durante el final del gobierno de George W. Bush, el ambiente post-torres gemelas generó un temor a lo “extranjero” producto del trauma ocasionado en el país. Mientras en la radio Avril Lavigne cantaba sobre tener un novio skater, también otros músicos promulgaban una identidad norteamericana supremacista y pro-guerra de Iraq que muy probablemente influyó en la mentalidad gringa durante los últimos diez años: crear fortalezas en la frontera sur mientras se invaden otros países. Un día, la vida de una adolescente en formación, interesada en el estudio de la lingüística, cambiará cuando en su ciudad cae un meteoro y su padre empieza, desde el internet, a divulgar teorías de conspiración. Dicho evento astronómico se denominará en la novela como Ampersand, quien en lugar de ser una piedra estelar venida del universo es, en realidad, un alienígena. Las vidas de Ampersand y Cora Sabino se cruzarán quizá no en la medida del azar, pero ambos crearán un vínculo fuerte del cual depende el destino de la Tierra. En esto se centra la primera novela de Lindsay Ellis, una de mis videoensayistas favoritas de Youtube. A grandes rasgos, Axiom’s Verge es un texto de ciencia ficción que, si bien no propone nada novedoso, acierta al interesarse no en la relevancia de un acontecimiento de tal magnitud, sino en un tema más simple: la supervivencia cimentada en la comunicación. Sin duda, los mejores momentos de la novela son las reflexiones que Ellis apunta sobre el lenguaje. El mundo de Ampersand y los alienígenas sin duda se enriquece gracias a la curiosidad de la protagonista, aunque en algunas partes me pareció confusa y enredada la infomación. Otra destreza de Axiom’s Verge es la confluencia de géneros en todas las partes que estructuran el relato: la escritura de los blogs, el relato de viaje y descubrimiento, los pasajes sobre lingüística, espionaje gubernamental, expedientes secretos, invasiones extraterrestres.

- Bluets, Maggie Nelson (Jámpster libros, 2020: poesía-ensayo). Traducción de Isabel Zapata
A finales de año, la poeta y traductora Isabel Zapata ofreció su versión (libre) de Bluets, un libro singular de poesía y ensayo donde Maggie Nelson reflexiona acerca del color azul, el duelo, el sexo y la mirada. Lo que más me gusta de esta propuesta es el cuestionamiento de los géneros. Uno podría decir, simplemente, que Bluets es un libro sobre el color azul. Pero también es un ensayo sobre el amor, aprender a nombrar las cosas que deseamos, contar el pasado con honestidad. Desde mi punto de vista, Nelson ha ejercido una importante influencia en la destacada última oleada de escritoras mexicanas y creo que merece un vistazo porque sus divagaciones y meditaciones no solo están cargadas de poesía y belleza sino de un humor bastante efectivo.

- Co_laboratorio_de_crítica, Heriberto Yépez (2020: ensayo y crítica)
Después de un prolongado silencio, el crítico tijuanense Heriberto Yépez regresó a twitter cargado de reflexiones y apuntes filosos e interesantes sobre la cultura, la historia del arte y, ante todo, el ejercicio de la crítica. Su Co_laboratorio ofrece diversos acercamientos agudos sobre autores clave de la crítica moderna, como Marx, Baudelaire, Dussel. Y, en mi opinión, este Yépez apasionado por informar y debatir es el mejor Yépez.

- Crónicas marcianas, Ray Bradbury (Booket, 2016: narrativa)
Esta propuesta narrativa de Bradbury la reseñé en agosto. Lo que puedo resumir sobre mis ideas acerca de este libro es la mirada crítica y puntual del autor acerca de los acontecimientos humanos y su inclinación a las devacles y catástrofes: en el libro se siente un aire épico, como suele ocurrir en esos documentos históricos donde se escribe con pasión la gran hazaña humana según la Historia: los descubrimientos y las conquistas, la enfermedad y la guerra. Crónicas marcianas es, en efecto, un relato sobre héroes, sacrificios y aventuras. Pero es un libro triste, más cercano a la literatura de terror que a la literatura de Bernal Díaz del Castillo, Marco Polo o Antonio Pigafetta: conquistaron el espacio, pero, finalmente, desencadenaron el fin de su mundo y también, en su ignorancia, el del mundo marciano.

- Declaración de las canciones oscuras, Luis Felipe Fabre (Sexto piso, 2019: novela)
En una noche de diciembre de 1591, Fray Juan de la Cruz muere en el Convento de Úbeda. Meses después, el Convento de los Carmelitas Descalzos de Segovia reclamaría su cuerpo. Así daría inicio una larga disputa religiosa que tendría como resultado no solo la mutilación del cadáver del santo, sino su resuelta santificación y también su mitificación literaria. Declaración de las canciones oscuras inserta su narración aquí: es la historia de un viaje tanto en un plano terrenal y corporal como en uno sobrenatural. Alrededor de este relato religioso surgen algunos misterios que bien podría llamar míticos y poéticos, este último vinculado a lo místico-erótico en la obra del santo poeta. Con el tiempo he reflexionado que esta novela es uno de los acontecimientos lingüísticos y poéticos más importantes de los últimos años en México. Pienso que ha pasado algo desapercibida, lo cual es una lástima teniendo en cuenta el dominio de Fabre por las estrategias narrativas, vinculándolas con lo sagrado, lo místico, lo picaresco y lo tenebroso.

- El reino lo no lineal, Elisa Díaz Castelo (FCE, 2020: poesía)
Durante 2020 lamenté no leer tanta poesía como me hubiera gustado, aunque explico que hubo carencia de poesía precisamente porque esta aparece en editoriales de corto alcance. El reino de lo no lineal me parece, sin embargo, una lectura que demuestra la agudeza y el dominio verbal de Díaz Castelo, un poeta por demás singular. En lo personal, aprecié el experimento alternativo de la primera parte, “Vuelta”, donde se pretende definir la vida, el juego cotidiano y polifónico de estos personajes que experimentaron la muerte y regresaron para contar la experiencia. El libro está repleto de hallazgos y observaciones penetrantes, agudas, inteligentes y hermosas: “Morir es descalzarse de la lengua” (“VII”); “Regresé al año cero, donde las uñas / pesan más que los recuerdos” (“II”); “La muerte es un arte / que no he perfeccionado” (“IX”). En mi opinión, “Ida”, segunda parte del libro, no se encuentra al nivel expuesto, aunque destaco que Díaz Castelo logra sortear las trampas que conlleva versar sobre el amor sin ceder a lo denso o lo cursi: son poemas repletos de tristeza, hay como un duelo por las cosas de lo cotidiano, un homenaje a la muerte del amor. Es bello, pero no me parece que los textos tomen riesgos o impacten tanto como los primeros.

- Eso sienten los astronautas cuando vuelven a la tierra, Jorge Meneses (La tinta del silencio, 2020: cuento)
He leído los cuentos de Jorge Meneses con entusiasmo desde que iniciamos una relación de amistad hace algunos años. Sus publicaciones en diferentes medios, tanto virtuales como impresos, despertaron en mí un notable interés en su obra y esperaba, con la paciencia que se aguarda del talento de los amigos, su primera publicación de libros. Las altas expectativas que tenía acerca de Eso sienten los astronautas… se cumplieron. Es una propuesta muy sólida, donde Meneses expone su dominio de las herramientas narrativas, ante todo el diálogo y la construcción de sus personajes. Este libro se antoja ante todo polifónico y, ciertamente, repleto de humor. Cada relato me pareció destacable y en la estructura se esconde cierta unidad reflejada en los nombres. Mi único pero es que quería más.

- Estos últimos años en Ciudad Juárez, Varios autores (Brown Buffalo, 2020: crónica)
Durante el último año he reflexionado constantemente sobre la violencia en la literatura, ante todo aquella que se escribe (pero no se publica) en Ciudad Juárez. Mi postura no ha cambiado mucho y, de hecho, se ha vuelto más crítica. La publicación de Estos últimos años en Ciudad Juárez me invitó, de nuevo, a reflexionar sobre la representación de la violencia en la escritura de las mujeres y hombres que crecieron, como yo, en la época de la militarización. El toque de queda, Salvárcar, los retenes y la “mala nota” son algunos de los temas generales que cruzan el libro, que, en mi opinión, no son abordados desde el punto de vista espectacular, disfrazada de una falsa violencia “estética”. Tampoco leo “retóricas” coloniales donde las víctimas (palabra con la que suele deshumanizarse a las personas como tú y yo) de esta violencia son dignas de lástima y la literatura les hace un bien por contar sus historias tristes. Aquí las “víctimas” son los mismos que relatan lo que pasaba en la ciudad mientras eran unos adolescentes o apenas entraban a la universidad. Quiero destacar asimismo esas observaciones un poco más personales sobre la construcción del hogar y la memoria, como territorios sitiados donde el tedio también ejerce su violencia.

- Fabular Juárez: Marcos de guerra, memoria y los foros porvenir, Willivaldo Delgadillo (Brown Buffalo, 2020: ensayo)
Algo que aprecio mucho de este libro es que cuestiona varias posiciones comunes con respecto a la construcción de Ciudad Juárez en los discursos del periodismo, el arte, el activismo o el performance. Es una guía bien contada sobre los últimos 30 años de la localidad y creo que es un acierto que Delgadillo se aleje del pesado bloque académico que, de momento, domina los estudios sobre esta frontera. En este libro hay una intención creativa y una pasión por contar, discutir y, ante todo, testimoniar acontecimientos clave para la cultura juarense.

- Holódromo, Alejandra Enríquez (Anverso, 2020: poesía)
Holódromo trata sobre brujas. Algo que aprecié de la escritura de Alejandra Enríquez es su exploración verbal: hay una búsqueda por la comunidad, la narración y la magia. La propuesta poética es sólida y repleta de visiones interesantes, como si se buscaran palabras para ciertos rituales: “No sabe latín, pero su lengua materna está peleada con el agua” (“Maga atlas”); “calla que a esta hora bajan las escaleras los libres de pecado, los que no arrojan piedras” (“Anécdota”). Tiene una inquietud por descubrir el sentido original-primitivo de las palabras, para cuestionarnos sobre el olvido y la memoria: “nuestra manía de aferrarnos a las cosas que refieren recuerdos”.

- La penúltima vez que fui hombre bala, Etgar Keret (Sexto Piso, 2020: cuento)
La penúltima vez que fui hombre bala, la propuesta más reciente de Etgar Keret (aunque se publicó en 2011, pero bueno, en México se publicó a inicios de este año), demuestra una inquietud en el cuentista de Tel Aviv por mostrarnos el perfil humano moderno. Los personajes de Keret, generalmente hombres, ofrecen una mirada a la soledad y al hastío que se vive en las ciudades. No se trata de héroes que estarán involucrados en grandes acontecimientos. Su lucha es interna, aunque los conflictos de los cuentos también ofrezcan situaciones curiosas o extravagantes, como que tu hijo quiera comprar una caja registradora, que una mujer te pague para fumarse un porro de mota contigo o, en el caso del cuento que titula al libro, que tu jefe te pida sustituir al hombre bala. El pasaje del hombre arguyendo a que nunca ha sido disparado en su vida y la respuesta del dueño del circo donde trabaja describe mi punto: “Comprenderás que para ser hombre bala no tienes que ser ágil, ni rápido, ni fuerte, sino ser lo suficientemente desgraciado y estar solo” (10). El tiro falla el blanco y el hombre bala vuela por la ciudad. Al final se intuye que la experiencia, alejada de ser traumática, ha sido terapéutica. De ello va este libro, de personajes solitarios o miserables o en situaciones de riesgo que buscan sanar.

- Línea nigra, Jazmina Barrera (Almadía, 2020: ensayo)
La publicación de Linea nigra merece atención porque es de esos pocos libros que desestructuran nuestra cerrada idea sobre la esencia de los géneros literarios. Un sector de la crítica, como Guadalupe Nettel, quien escribe en la contraportada del libro, ha leído este texto como una novela. Otros apuntan al ensayo-novelado. En lo personal, me inclino más por la perspectiva del ensayo. Si bien la autora reconoce que está narrando una historia sobre su embarazo (“Mi hijo me está convirtiendo en lo que nunca quise ser: novelista”), creo que Linea nigra responde en mayores dosis al llamado de la poesía: “A mí me hubiera gustado nacer de mí misma”. Hay que subrayar además lo que la propia Jazmina Barrera escribe en el libro: “Quiero un canon, una tradición. Y también una ruptura, libros en contra del canon. Nuevos géneros literarios”. En esto quisiera detenerme, aunque primero debo reconocer que, como hombre, nada puedo agregar a la discusión sobre maternidad y embarazo, la esencia de esta propuesta, salvo que me hizo mirar con más amor a mi madre. Sin embargo, puedo asegurar, como lector, que la mirada de Jazmina Barrera sobre su experiencia está narrada y descrita con profunda honestidad y belleza.

- Voces de Chernóbil, Svetlana Alexiévich (DeBolsillo, 2019: crónica)
Voces de Chernóbil es quizá el libro más importante para entender nuestro presente. Así como lo plantea Alexiévich, necesitamos nuevos lenguajes para nombrar las catástrofes que nos aquejan ahora, buscar dar una razón a las palabras, la memoria, el sufrimiento y también la heroicidad y el sentido del hogar de las personas que vivieron-viven la catástrofe y sus consecuencias desde cerca: “Por envenenada que esté, con toda esta radiación, es mi tierra. Ya no hacemos falta en ninguna otra parte. Hasta los pájaros prefieren sus nidos”. El hogar físico, pero también el hogar espiritual y la memoria misma: “Recogí tierra de la tumba de mi madre. Y de rodillas le decía: ‘Perdónanos por abandonarte’”. La catástrofe ha desarrollado para los afectados y afectadas una forma nueva de vinculación con el pasado. Uno de los entrevistados, en su búsqueda por olvidar todo, apunta: “No reconozco este mundo, un mundo en el que todo ha cambiado. Hasta el mal es distinto. El pasado ya no me protege. No me tranquiliza. Ya no hay respuestas en el pasado. […] A mí me destruye el futuro, no el pasado”.
